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AUTOBIOGRAFIA (LOYOLA, SAN IGNACIO DE)
Jesús (Loyola, Guipúzcoa, 1491 - Roma, 1556). Su primera dedicación fueron las armas, siguiendo la tradición familiar. Pero, tras resultar gravemente herido en la defensa de Pamplona contra los franceses (1521), cambió por completo de orientación: la lectura de libros piadosos durante su convalecencia le decidió a consagrarse a la religión. Se retiró inicialmente a hacer penitencia y oración en Montserrat y Manresa, donde empezó a elaborar el método ascético de los Ejercicios espirituales (1522). Luego peregrinó a los Santos Lugares de Palestina (1523). De regreso a España comenzó a estudiar (ya con 33 años) para poder afrontar mejor su proyecto de apostolado, en las universidades de Alcalá de Henares, Salamanca y París. Las primeras actividades de San Ignacio de Loyola difundiendo el método de los ejercicios espirituales le hicieron sospechoso de heterodoxia (asimilado a los «alumbrados» o a los seguidores de Erasmo): en Castilla fue procesado, se le prohibió la predicación (1524) y hubo de interrumpir sus estudios.

EL PEREGRINO DE LOYOLA. LA «AUTOBIOGRAFÍA» DE SAN IGNACIO, ESCUELA DE DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL (CERVERA BARRANCO, PABLO)
«Escribir sobre san Ignacio de Loyola para el público en general algo seriamente fun­damentado no es fácil. Las fuentes son tan abundantes que se necesita una lectura muy amplia para poder estar suficiente­mente seguro de lo que se afirma. El autor de esta edición comentada de la Autobiografía del santo de Loyola demuestra tener esa abundante lectura de biografías del autor de la Autobiografía y de estudios sobre él y sobre el libro que comenta. Este libro nace del amor y devoción de Pablo hacia san Ignacio y de la convicción de lo que ha de ser un santo canonizado en la vida de la Iglesia: ejemplo e interce­sión. Ayuda para la vida mejor de los fieles de cada época y civilización. En consecuencia, no ha querido conten­tarse con explicar párrafo por párrafo el contenido de la Autobiografía para hacer más comprensible al hombre de hoy el lenguaje y los hechos narrados en un libro del siglo XVI. Eso lo ha hecho. Se ha centrado en un tema que muchos consideramos transcendental en nuestro tiempo: la necesidad del discernimiento espiritual. Es su estilo: vivaz, casi provocativo. Pero pienso que la riqueza de su pensamiento y de su formación ignaciana, su amplia erudición, hará reflexionar sobre algunos puntos aun a los ya estudiosos de espiri­tualidad ignaciana» (Del Prólogo de Manuel Ruiz Jurado, sj).